jueves, 17 de diciembre de 2009

De pobreza y otros demonios

Ayer por la noche he visto un reportaje donde se nos presentan una serie de personas que se hallan en extrema pobreza, y lejos de pensar si los medios de comunicación manipulan o no los contenidos que nos ofrecen, debemos hacer conciencia si lo que estamos haciendo como sociedad es suficiente para salir del bache en el que nos encontramos.

Es cierto, existen cerca de 51 millones de pobres. De gente que no tiene un hogar. De seres humanos que no poseen una vivienda digna. Un trabajo. Seguridad y felicidad. Pero también es cierto que creemos que estamos haciendo lo suficiente para erradicar esta problemática de nuestras vidas. Echamos la culpa al gobierno cuando somos nosotros los patrones, los jefes de toda esta manada de pseudo empleados y "servidores" públicos. Mi mensaje no tiene ninguna intención anarquista. Tampoco es una invitación a hacer una 2da. Revolución. Simplemente me molesta, me mueve y me irrita tener unos dirigentes tan desdichados, tan inhumanos, tan inconscientes y tan cínicos. Pero lo más importante, me sorprende tener una nación que no pueda con este grupo de incapaces. Que siga dejándolos hacer lo que quieran, de gozar de impunidad, de subir impuestos cuando lo queran.

Aunque la comparación que voy a hacer quizá no es la adecuada, sí lo es para mostrar la gran diferencia que existe en tre un grupo y otro. Por ejemplo, los sicarios por lo menos se toman la molestia de analizar la situación, de planear un secuestro con varios posibles finales, de tomar la decisión y tener la convicción de hacerlo, aunque salgan muertos de esa osadía, mientras que nuestros funcionarios sólo van a calentar una silla (o a veces ni eso), a ROBARSE el dinero de la gente. A no pensar en las estupideces que dicen o hacen, a sangrar al pueblo una, y otra, y otra vez. A tragar a nuestras costillas. Tenemos un sistema político que nos cuesta mucho a este maravilloso país. Somos una nación que tenemos todo: todos los climas, fauna y flora endémica, jóvenes talentosos, ingenio en cada uno de los habitantes de este suelo patrio. Y desgraciadamente, también un presidente de la República inútil y sus lame pies que dicen sí a todo lo que éste propone, así se les vaya la vida en defender lo indefendible.

Creo que es hora de un cambio, de erradicar la pobreza, no sóloo económica, sino educativa, cultural. Empezar a interesarnos por todo aquello que nos rodea, pues de una u otra manera nos afecta o lo hará a largo plazo. Es tiempo de dejar el egoísmo o la creencia tonta del "a mí no me pasa". Somos un pueblo de valientes por aguantar tantos y tantos años el agachar la cabeza ante gobiernos neoliberales, cuando está comprobado que es un sistema arcaico y obsoleto que no lleva a nada bueno y sí a una mayor pobreza.

Es tiempo de hablar y de alzar la voz, de decir que estamos hartos de las mentiras de nuestros políticos y que es tiempo que nos empiecen a tratar como personas PENSANTES y no como ignorantes que no entendemos los trasfondos que todas sus propuestas económicas/fiscales/políticas puedan tener como consecuencia a la gente que votamos por un determinado partido. El cambio llegó para quedarse, y consiste en nosotros hacer la diferencia.

Pan y circo

Poco pan y mucho circo es lo que nuestros "preocupados" dirigentes nacionales dan a México queriendo hacernos olvidar sus sucias decisiones, jugarretas y burlas hacia nosotros. ¡Sí!, una burla, porque al aprobar un paquete fiscal donde la carga la llevamos los mismos de siempre es una burla; donde al no ver por la integridad económica de las personas que votamos por ellos es reírse de nosotros, donde al darse la gran vida con lujos excesivos es restregarnos en la cara nuestra apatía por la situación política del país.

Estamos más preocupados por el triunfo de los Halcones Rojos, de los Tiburones o del "Aguila" que de algo que es de vital importancia y que, de manera unida como mexicanos y miembros de una sociedad, podemos cambiar: nuestro presente, el futuro de nuestros hijos y nuestra economía. De nada vale expresar "nunca nos harán caso", "estamos en manos de ellos", "esto seguirá siempre igual", entre muchas otras frases mediocres y conformistas. ¡Claro que tienen que hacernos caso! ¡Claro que esto puede cambiar! ¡Claro que nosotros podemos hacer la diferencia! La respuesta la tenemos nosotros. Rompamos con esa tradición de antaño donde el gobierno romano ofrecía peleas en el Coliseo para mantener entretenida a la gente y que ésta olvidara la pobreza e insalubridad en la que vivía.



No estoy en contra de los deportes, pero ¿por qué interesarnos más en éste que en el desarrollo de nuestro país, en la calidad de los planes de estudio en las escuelas de nuestros hijos, amigos, alumnos o conocidos? ¿Por qué dejar que los diputados y senadores hagan lo que quieran pensando que aunque actúen fuera de la ley, no haremos nada? Realmente es triste escuchar que la gente se queja, pero ver que no hace nada. Es asombroso que los jóvenes sepan en mayor medida el nombre y la vida de los jugadores de futbol que aspectos de ciencia, tecnología o cultura general. Que sepan el puntaje en la tabla de posiciones de su equipo favorito, pero que no sepan los aspectos que sus legisladores aprueban ni la medida en que directa o indirectamente, les afectan. Obviamente, el gobierno está encantado con esta situación, ya que, de esta manera, no se ponen en tela de juicio las nefastas decisiones de nuestras autoridades.



Poco pan y mucho circo es lo que nos están ofreciendo, cuando lo que el país necesita, además de representantes comprometidos, es pan. Hay mucha gente en la pobreza total. Gente sobreviviendo, que no viviendo, por un futuro mejor. Gente que aún tiene la esperanza de que esta situación cambie. No soy analista político ni económico, sólo soy un simple maestro como muchos más, con la diferencia de que me siento comprometido con mi país y creo que un incremento al IVA no es la solución. Quizá lo sea que existan sólo un diputado y un senador para representar a cada uno de los estados. Quitar a toda el gremio de plurinominales puestos por "dedazo", compadrazgo o para pagar algún favor recibido tiempo atrás. Es ofensivo que gente sin estudios como nuestros gobernantes ganen un sueldo exorbitante. Sería bueno proponerles, además de un recorte en el número de burócratas políticos, un mínimo de nivel de estudios para accesar a esos cargos. En mi opinión, para el sueldazo que ganan, necesitarían un grado de Doctor como requisito INDISPENSABLE.



Si este recorte se hiciera una realidad, quizá habría mayores recursos para un rubro importantísimo como es la educación. Es necesario invertir en gente que tenga ganas de prepararse, de salir adelante, de dar la cara por su país y cambiar su realidad política/cultural/económica. Es deprimente y vergonzoso que muchos becarios de CONACYT estén pensando seriamente en no regresar más a México, que sigan existiendo "fugas de cerebros" gracias a descerebrados que sólo lamen los pies de quienes los pusieron en los puestos que ostentan.



Me encantaría que existiera más gente que también exteriorice lo que siente, lo que piensa y de esta forma el gobierno se dé cuenta que nos estamos hartando, que tenemos los mismos; o incluso, más derecho a una vida digna que nuestros dirigentes, que la mayoría ya estamos hartos, desilusionados y asqueados de la política y de sus promesas absurdas, que LA MAYORÍA MANDAMOS, que nosotros somos quienes los pusimos en el lugar en el que están, que no es posible que ellos tengan tantos privilegios cuando más de 20 millones de mexicanos están en la pobreza total.


Levanto la voz porque quiero un mejor para mi hijo y el derecho de darle una mejor calidad de vida que la que yo pude haber tenido. Levanto la voz porque también quiero hacer eco en las conciencias de las personas, no me basta crearlas sólo en el aula. Levanto la voz porque no soporto a dirigentes arrastrados ni mediocres. Simplemente, levanto la voz porque tengo una voz que ya no puede ni quiere callar más. Ojalá haga eco y a esta voz se sumen muchas más para generar un grito que despierte a este gobierno de su letargo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

EL DOCENTE EN LOS TIEMPOS MODERNOS

En estos días, la profesión docente se encuentra en una encrucijada, ya que se viven tiempos de cambio, es decir, tiempos en que debemos participar actuar y transformar nuestro quehacer diario, en nuestros propios centros de trabajo; en las competencias profesionales para ejercer la docencia. Para poder participar en estas actividades necesitamos en primer lugar tener conciencia de lo que somos, de lo que queremos y hacia dónde queremos ir, ya que hoy en día el mundo globalizado nos empuja a defendernos, pero esa defensa debe ser con una mejor preparación nuestra, es decir, conocer mejor nuestra profesión, para poder desempeñarla verdaderamente.

Sin duda la profesionalización docente puede aportar muchos avances significativos a la educación, pero debemos procurar no convertirla en un nuevo mito educativo que nos aleje de las condiciones reales del ejercicio de la profesión, ya que, desde el surgimiento de la escolarización obligatoria y su expansión en el mundo, en repetidas ocasiones se ha esperado que la educación salve a la sociedad, cualquiera que ésta sea. Se ha esperado que las escuelas y el profesorado rescaten a los niños de la pobreza y la miseria; que desarrollen la alfabetización universal como plataforma de la supervivencia económica; que formen trabajadores calificados, aunque haya poco empleo adecuado para ellos; que fomenten la tolerancia entre los niños en un mundo en el que los adultos están divididos por conflictos económicos, étnicos, políticos y religiosos; que cultiven sentimientos democráticos en sociedad donde lo último que se hace valer es la opinión del pueblo; que hagan que las naciones desarrolladas sigan siendo competitivas y que ayuden a aquéllas en desarrollo a convertirse en naciones desarrolladas; que eliminen drogas, acaben con la violencia y que paguen por los errores de la generación actual reformulando cómo los educadores preparan a las generaciones del futuro.

Desafortunadamente, el papel del docente en estos tiempos modernos está devaluado. Mucho más devaluado que nuestra moneda. Somos los culpables para todo un entorno social de los fracasos de nuestros alumnos, de su pasividad, de su indiferencia, de su apatía y de su hartazgo. La responsabilidad de la escuela frente al desarrollo intelectual y social del educando ha sido reseñada a menudo. La escuela es entonces, una actividad altamente social, un proceso de aprendizaje en virtud del intercambio personal de información y actividades. EL SIMPLE HECHO DE ASISTIR A LA ESCUELA NO GARANTIZA UN DESARROLLO SOCIAL CONSTRUCTIVO.

Enseñar, hoy día, significa motivar e involucrar a los estudiantes en un proceso de construcción y reconstrucción de sus propios conocimientos, habilidades, actitudes, afectos, formas de comportamiento y valores. Es hacer que vivan y sientan que el aprendizaje es una actividad humana y no un conjunto de conocimientos que deben aprender de memoria. La mayoría de las corrientes pedagógicas contemporáneas abogan por un cambio conceptual en la educación, que generalmente se concibe en mover el centro de atención de la enseñanza al aprendizaje, en reconceptualizar la actividad de estudio del alumno, considerando que el profesor debe actuar como orientador, facilitador o mediador del aprendizaje del estudiante. En mi opinión, el cambio conceptual en la educación requiere necesariamente de una nueva concepción de la enseñanza y del papel del profesor en el proceso de enseñanza aprendizaje. Es por ello que este trabajo pretende someter a discusión una concepción de la actividad de los docentes, así como del papel que juegan los diversos niveles educativos en el desarrollo de aprendizajes y las problemáticas que la educación actual en México enfrenta como son: el desempleo, el narcotráfico, la inseguridad en general, la falta de oportunidades, entre muchas más.

La educación no ha dejado de ser considerada como un bien público donde el gobierno juega un papel importante, sin embargo, producir este servicio termina involucrando con el tiempo los típicos procesos burocráticos y sociales. Es por ello que la pasividad de nuestro sistema educativo hay que combatirla dando mayor libertad a las escuelas para que experimenten; a los alumnos, dejarlos escoger las rutas de sus estudios, y por supuesto, sacar a los maestros de sus métodos, sus dogmas y sus sistemas arcaicos para darles mayor oportunidad de aceptar su ignorancia y aprender, para que todos en conjunto podamos acercar a los alumnos y a las escuelas a la realidad de la práctica profesional.

Aunado a lo anterior, aparecen otros factores además de lo político, que influyen en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Surgen entonces factores como lo social, lo cultural, lo económico y lo familiar. Hoy más que nunca debemos comprometernos realmente como docentes y como profesionistas de la educación para transmitir y fomentar aprendizajes significativos a nuestros alumnos que estén vinculados con su vida diaria.

Considero que lo anterior es debido a la falta de vinculación entre el plan de estudios con la realidad de los estudiantes. Es decir, la escuela está siendo rebasada por los avances tecnológicos y no ha sido capaz en un 100% de vincular sus prácticas y contenidos académicos con esa realidad a la que diariamente se enfrentan millones de alumnos en el país.

Por lo anterior, no se puede hablar de que exista una vinculación entre los contenidos académicos con la realidad de los estudiantes. Ni siquiera de aprendizajes significativos o de razonamiento crítico y reflexivo. Mientras la mayor parte de los docentes no quieran actualizarse y cambiar; mientras la economía del país haga que nuestros estudiantes deban cambiar los libros por el trabajo; mientras las escuelas no tengan los recursos necesarios para una educación de calidad; mientras los partidos políticos sigan empleando a la educación como estandarte; mientras lo anterior siga ocurriendo en este país, no podremos hablar de una educación de calidad, sólo de una educación mediocre que de ninguna manera lleva al aprendizaje significativo y reflexivo, sino a uno memorístico y desechable.

Verdaderamente se requiere tener en cuenta la adquisición e impartición de una enseñanza activa, participativa, cooperativa interactiva y significativa que promueva nuestro crecimiento educativo, cultural, social, económico y familiar que repercuta positivamente en nuestra idiosincrasia como nación.

Aún falta mucho por hacer para que en México tengamos una global y verdadera educación basada en competencias y relacionada con el contexto diario de nuestros estudiantes. No es una tarea fácil, pero con mucho esfuerzo, compromiso y responsabilidad, además de honestidad, podremos estar en el camino para lograr el reconocimiento académico internacional que tanta falta nos hace.